top of page

5 señales de que la ansiedad se ha colado en tu vida (y no te has dado cuenta)

  • Foto del escritor: Silvia Carro San Emeterio
    Silvia Carro San Emeterio
  • 13 ago
  • 3 Min. de lectura

¿Cuántas veces te has repetido eso de “es solo estrés, ya se me pasará”? Te convences de que todo está bajo control, de que cuando acabe el proyecto, el examen, o esa racha mala… por fin vas a respirar tranquilo.

Spoiler: la ansiedad no espera a que tu vida se calme. Se mete sin pedir permiso, disfrazada de normalidad. Y lo peor… es que a veces ni siquiera la ves venir.


5 señales silenciosas de ansiedad que no deberías ignorar

  1. Tu cabeza no tiene botón de apagado: da igual que estés en la cama o frente a una serie. Tu mente sigue encendida, repasando conversaciones, tareas pendientes o inventando futuros catastróficos que ni Spielberg.

  2. El cuerpo habla… y tú no escuchas: tensión en los hombros, dolor de cabeza, tripa revuelta. Te tomas un ibuprofeno o un té de hierbas, pero la causa real no se arregla con una pastilla.

  3. Saltas por cualquier cosa: un comentario, un ruido, un cambio de planes… y ya estás en modo defensivo. La ansiedad a veces no se nota como miedo, sino como irritabilidad.

  4. Decidir se convierte en un drama: no hablo de decisiones grandes. Hablo de “¿pollo o ensalada?”; de quedarte mirando el armario como si fuera un acertijo imposible... La ansiedad agota tu capacidad de decidir hasta lo más simple.

  5. Pierdes la concentración hasta en las tareas más simples: empiezas a leer un libro y tienes que leer un párrafo varias veces porque tus pensamientos se ensortijan entre las palabras y comprender lo que lees parece misión imposible; escuchas a una amiga que te cuenta lo que hizo el pasado sábado pero al cabo de un rato te das cuenta de que has perdido el hilo de la historia... Tu cabeza es incapaz de detenerse en el aquí y ahora, está anclada en los "¿y si...?", anticipaciones catastróficas y otras angustias varias


Ansiedad o estrés: no son lo mismo

El estrés es un invitado puntual. Viene por un motivo concreto: un examen, una mudanza, un cierre de mes. La ansiedad… es como ese vecino pesado que no se va aunque no lo invites. No necesita excusa para instalarse.


Qué puedes hacer hoy para empezar a cuidarte

- Para y escucha. Hazte consciente de cuándo y cómo aparecen los síntomas.

- Respira de verdad. Lenta, profunda, sin prisa. No es magia, pero ayuda a bajar revoluciones.

- Pon microdescansos. No esperes a estar al límite para darte un respiro. Cuidarte tu es cuidar también a las personas y proyectos que en mayor o menor medida dependen de ti; pero por encima de eso, cuidarte tú es un derecho y una necesidad.

- Plantea la diferencia que hay en tus listas de tareas entre lo urgente y lo importante y no dejes que las exigencias del día a día te hagan alejarte de aquellos aspectos que de verdad dan respuesta al verdadero "porqué o para qué haces las cosas" (por ejemplo ¿vivo para trabajar o trabajo para vivir)

- Busca ayuda. No tienes por qué aprender a gestionar esto solo/a. Un psicólogo puede ayudarte a entender de dónde viene y cómo frenarlo.


Reconocer que algo no va bien no te hace débil. Te hace honesto. No esperes a tocar fondo para cuidar de tu salud mental. La calma no llega por arte de magia, pero se puede construir… paso a paso.

 
 
 

Comentarios


bottom of page